martes, 19 de mayo de 2009

LA REPUBLICA.



La primera medida de la Convención será la abolición de la Monarquía y la proclamación de la República el 22 de septiembre. La gran cuestión fue el juicio al rey. Los girondinos querían sólo encarcelarlo, pero se impusieron los jacobinos que deseaban su muerte por traidor. Finalmente, por un voto de diferencia, Luis XVI fue condenado a muerte y ejecutado en el cadalso el 21 de enero de 1793. Este acto supuso la ruptura definitiva entre la Francia revolucionaria y la Europa monárquica.
El peligro que suponía la política expansionista de los girondinos que, gracias a nuevos éxitos militares, habían ocupado Bélgica, Holanda, Renania y Saboya y declaraban su deseo de llevar a Francia a sus «fronteras naturales», alarmó a las potencias europeas y extendió la guerra. Se formó una Primera Coalición (Inglaterra, Austria, Prusia, Piamonte— Cerdeña y España). Una serie de derrotas sufridas por el ejército francés, compuesto por batallones de entusiastas pero poco preparados voluntarios, provocaron la penetración en Francia de tropas extranjeras. Para hacer frente a la apurada situación militar, la Convención realizó una leva de 300.000 hombres que fue muy impopular surgiendo disturbios.
En marzo de 1793 se produjo una insurrección armada en la región de La Vendée, en Bretaña, donde los campesinos estaban decepcionados con la Revolución que no les había aportado ningún beneficio. Derivó hacia una guerra civil de carácter contrarrevolucionario al ser respaldados por la nobleza y el clero refractario. Hubo muchos muertos por ambos bandos.
En París los sans-culottes, agobiados por la carestía y alza de precios, reclamaban tasas de alimentos y medidas contra los especuladores. Los graves problemas interiores y exteriores inclinaron a la Llanura hacia los jacobinos. Los girondinos fueron desplazados del poder en junio de 1793 y sus líderes detenidos y ejecutados.

NUEVOS ACTORES SOCIALES.


La Asamblea, elegida por sufragio censitario, comenzó sus sesiones en octubre de 1791. Estaba compuesta por 745 diputados jóvenes, divididos en monárquicos constitucionales (264), a la derecha, y una izquierda de tendencia republicana (136), compuesta mayoritariamente por moderados girondinos, como Brissot, frente a los extremistas jacobinos. El centro era «La Llanura» (345 diputados), grupo sin una orientación política definida y que oscilaban a uno u otro lado según les convenía.
Luis XVI ejerció su derecho a veto sobre dos decretos de la Asamblea contra los curas refractarios y los emigrados, provocando así una crisis parlamentaria que llevó al poder a los girondinos. Éstos querían declarar la guerra a Austria y Prusia, que ayudaban a los emigrados contrarrevolucionarios por temor a un contagio revolucionario, y exportar los principios de la revolución. Por el contrario, los jacobinos se oponían a la guerra porque creían que antes de propagar la revolución había que liquidar la contrarrevolución en el interior de Francia. Luis XVI anhelaba la guerra porque pensaba que la ayuda de los soberanos de otros países le permitiría restablecer su poder.
En abril de la Asamblea Legislativa declaró la guerra a Austria y Prusia. La guerra cambio el sentido de la Revolución. Para el historiador Godechot significó «una segunda revolución». Miles de entusiastas ciudadanos voluntarios se apuntaron a combatir para defender a la patria. Las derrotas iniciales sufridas por el ejército francés, desorganizado y sin disciplina, se interpretaron como debidas a un complot de la Corte y los sacerdotes refractarios para acabar con la Revolución con la ayuda de las potencias extranjeras.
El miedo se extendió entre las clases populares que hicieron manifestaciones y protestas. Los más activos eran los sans-culottes —una amalgama de artesanos, tenderos, pequeños industriales y peones—, que fueron agitados por los jacobinos. El duque de Brunswick, jefe del ejército prusiano, hizo público un manifiesto en el que amenazaba a los parisinos con una venganza ejemplar si se hacía daño al rey. El manifiesto incendió los ánimos, convenció al pueblo de que el rey era cómplice de las derrotas militares y fue el detonante para una nueva insurrección popular.
Los sans-culottes destituyeron al Ayuntamiento de París, formaron una Comuna y asaltaron el palacio de las Tullerías el 10 de agosto del 92. Luis XVI, que se había refugiado en la Asamblea con su familia, fue destituido y encarcelado. Bajo la presión popular, la Asamblea será sustituida por una Convención Nacional. La jornada del 10 de agosto de 1792 fue un momento decisivo en el desarrollo de la Revolución Francesa y marcó el inicio de una nueva fase más democrática y popular.
La situación militar era desesperada. La fortaleza de Verdun cayó en manos del ejército prusiano el 2 de septiembre lo que dio lugar a una oleada de temor y pánico popular y el gobierno provisional pidió voluntarios para ir al frente. Corrió el rumor de un complot de los contrarrevolucionarios encerrados en las prisiones y más de 1200 sospechosos fueron asesinados por las turbas en Paris. Las Masacres de Septiembre ensangrentaron también Reims, Lyon y otras ciudades. La Revolución se radicalizaba.
El 20 de septiembre, el general Dumouriez, al frente del ejército francés, consigue la primera victoria sobre los prusianos en Valmy. En ese momento se estaba instalando en París la Convención Nacional.

CAUSAS POLÍTICAS.



La Revolución Francesa se inició con una Revuelta de los privilegiados. Calonne había tratado de convencer a una Asamblea de Notables reunidos en Versalles en febrero de 1787, de que aceptasen un impuesto territorial universal, la reducción de la talla y la gabela y la abolición de las aduanas interiores, pero rechazaron estas medidas. Su sucesor, Brienne, lo intentó de nuevo pero los notables respondieron que solamente una asamblea de representantes de los tres órdenes podría aprobar tal reforma y reclamaron una reunión de los Estados Generales, un cuerpo consultivo que reunía a los representantes de los tres estamentos y se había reunido por última vez en 1614. Brienne se dirigió al Parlamento de París, el más importante y controlado por la nobleza, que rechazó también el subsidio territorial y pidió la reunión de los Estados Generales. El gobierno quiso suprimir los Parlamentos, pero se resistieron. En julio de 1788 Luis XVI decidió convocar los Estados Generales para mayo de 1789. Brienne fue reemplazado por Necker.
Los electores de los diversos estamentos se apresuraron a designar a sus diputados. Los del Tercer Estado prefirieron elegir como representantes a los burgueses. Se comenzaron a redactar unos Cuadernos de Quejas (cahiers de doléances) en los que los franceses expresaban sus reivindicaciones. Todos coincidían en manifestar su lealtad al rey. Los del clero y la nobleza se mostraban defensores de los privilegios. Los del Tercer Estado expresaban, más que la opinión de los campesinos y artesanos, la opinión de la burguesía que solicitaba un cambio politico. Los campesinos se quejaban de las cargas materiales y los tributos señoriales que soportaban. Son una fuente incomparable para los historiadores.
Gracias a la suspensión de la censura en la prensa, se distribuyeron numerosos panfletos, el más difundido fue el del abate Sieyès titulado ¿Qué es el Tercer Estado? que afirmaba que el estado llano era la nación. También hubo debates y discusiones sobre si los tres órdenes debían reunirse por separado, como deseaban los estamentos privilegiados, o en una cámara común, como quería el Tercer Estado.
Luis XVI vacilaba. Al final aceptó duplicar el número de representantes del tercer estado, pero no se pronunció sobre la forma de efectuar las votaciones.

CAUSAS SOCIALES.



En algunos momentos, el alma nacional de los pueblos arde con cánticos que levantan el espíritu. Cánticos de muerte y patria, que ayudan en la lucha, que enaltecen, y que restallan en los cerebros con una sola voz. Unidos hasta la muerte, los pasos marchan, inflexibles, por Francia, por la libertad.
Aquel cántico que tantas veces sonó en la plaza de la Bastilla se convirtió con el paso del tiempo en el himno nacional. La Marsellesa es el reflejo de las ansias de libertad del pueblo francés, las notas de la lucha y la voluntad. Y aquel instante, aquel 14 de Julio de 1789 se convirtió en el símbolo de la República.
Ya llevaba meses la revolución extendiéndose por las calles de París. La idea de un nuevo régimen; la creación de una Asamblea Nacional, y el Juramento del Juego de la Pelota del 20 de junio por el que se adjuraba el Tercer estado (el pueblo a conseguir una Constitución para el país), habían tensado la situación en París. Pero la intransigencia del rey ante el movimiento del populacho, y la destitución de Jacobo Nécker, uno de los políticos más influyentes y queridos por el pueblo, como ministro de Hacienda, hizo que la mecha prendiera aún más. Desesperado, el Rey pidió ayuda a los países extranjeros leales, quienes se congregaron en los alrededores de París. Aquéllo fue entendido como un acto de autoproclamación de despotismo por parte de Luis XVI… y el pueblo se lanzó a las calles.
Una ingente muchedumbre de entre 40 y 50.000 personas se lanzaron a la toma de Les Invalides, en busca de armas con las que defenderse. Los cánticos resonaron al unísono en la Plaza de la Bastilla, pero desde su itnerior, los soldados que quedaron a su defensa se negaron a abrir fuego contra el pueblo a pesar de contar con varios cañones. En las cercanías, en el Campo de Marte, los regimientos reales, a las ordenes de Pierre de Besenval se niegan también a cargar contra los amotinados.
Es la señal, y el pueblo se lanza febrilmente a escalar los muros que rodean la Bastilla. a las 15,30 h. de aquel 14 de Julio, con cinco cañones de los que se han apoderado, disparan contra la Bastilla. Poco después, capitula. A las 17,00 h. la muchedumbre invadió la Bastilla apoderándose de las armas y la pólvora. el alcaide de la prisión, el marqués de Launay fue ejecutado rapidamente y su cabeza expuesta en las murallas. Fue el primer gran paso en aquella Revolución, que ya no se detendría hasta acabar con el propio rey y su familia en la guillotina.
Aquel acto de fiereza, de agonía, de ansia de libertad contra la opresión por parte del populacho, obreros, albañiles, artesanos… tuvo un significado especial para el mundo. La Historia de Francia cambió para siempre y aquella fecha ha quedado grabada en la memoria de los franceses. Hoy día, el 14 de Julio se celebra la Fiesta Nacional de Francia, aún cuando realmente, el motivo de esa Fiesta sea la que se produjo exactametne un año después, el 14 de julio de 1790, con la Fiesta de la Federación

LA TOMA DE LA BASTILLA.



El 14 de julio de 1789, el pueblo de París, movilizado en apoyo a la Asamblea Nacional, tomó por asalto la Bastilla, y luego la destruyó.
Era una vieja fortaleza que Luis XIV había convertido en prisión, donde se detenía a los opositores del régimen monarquico.
Además se almacenaban allí, granos, sobre todo harina, circunstancia que la gente aprovechó para saquear, aprovisionada con armas de diversos regimientos y con la furia del hambre que los aquejaba, debido al fracaso de la cosecha del año anterior, los tributos que habían aumentado, el diezmo que debían abonar a la iglesia, y el pago que debían hacerle al Señor local por el uso del molino, la prensa de lagar, el matadero y el horno.
En ese momento, sólo había siete prisioneros, que fueron liberados, y mataron al gobernador, el Marqués Bernard de Launay, lo que no significó un gran logro político-social, pero fue suficiente, para que este acontecimiento, significara un símbolo de los revolucionarios contra el despótico poder real.
A partir de entonces, cundió la agitación social por todo elpaís, atacándose propiedades privadas, a cobradores de impuestos y a latifundistas, no limitándose, por lo tanto, a la lucha contra la Corona.